Inductores de colágeno con Sculptra Radiesse e hilos PDO al detalle

“Fran, quiero mejorar, pero sin parecer otra persona”

Es una frase que escucho cada semana en consulta. Y no me sorprende. Vivimos en un momento en el que cuidar la piel se ha normalizado, y eso está genial, pero también hay cierto miedo a pasarse. A verse poco natural, a perder esa expresión que te hace único.

La buena noticia es que la medicina estética no tiene por qué ir de eso. Hay tratamientos que no cambian tus facciones, ni te rellenan, ni te congelan. Solo despiertan lo que tu piel ya sabe hacer: regenerarse. Y cuando eso pasa, cambia todo. La textura, la firmeza, la luz… sin perder tu esencia.

Hoy quiero hablarte de los aliados que usamos justo para eso; los inductores de colágeno como lo son: Sculptra, Radiesse e hilos PDO. Funcionan como un recordatorio suave para tu piel: “Ey, aún puedes dar mucho de ti”.

¿Qué son los inductores de colágeno y por qué están en boca de todos?

Puede que hayas oído hablar de ellos o que te los hayan mencionado en alguna conversación, pero aún no sepas exactamente qué son. Y es normal: los inductores de colágeno no son tratamientos “de impacto” inmediato.

No hinchan, no tensan de golpe, no buscan cambiar rápidamente nada de ti. Lo que hacen es mucho más inteligente: activar tu piel para que produzca su propio colágeno.

¿Y eso qué significa? Que en lugar de aportar algo externo, lo que hacemos es estimular internamente lo que tu piel ha ido perdiendo con los años. Ese colágeno que le daba firmeza, densidad y un aspecto saludable… se puede volver a generar. Solo hay que saber cómo pedirle a tu piel que lo haga.

Los resultados no son de un día para otro, y esa es precisamente la gracia. Porque no se nota un cambio brusco, sino una mejora progresiva, natural y sostenida en el tiempo. Como si cada semana tu piel se viera un poco más viva, más firme, más tuya.

Sculptra, Radiesse, Karisma e hilos PDO: ¿en qué se diferencian y cuándo uso cada uno?  

Aquí no hay recetas mágicas ni tratamientos universales. Cada piel necesita algo distinto, y por eso trabajo con varios inductores de colágeno: Sculptra, Radiesse, Karisma e hilos PDO. Los tres estimulan colágeno, sí, pero lo hacen de maneras distintas y con efectos diferentes.

Sculptra está compuesto por ácido poliláctico, un polímero biocompatible, es como un entrenador personal para tu piel. No se nota el primer día, ni falta  que hace.

Lo aplicamos en zonas estratégicas y, con el tiempo, va mejorando la  calidad, el grosor y la firmeza de la piel.

Activa los fibroblastos mediante una reacción controlada, el ácido poliláctico se degrada lentamente, permitiendo una formación de colágeno progresiva. 

Es ideal cuando hay pérdida de volumen general o cuando la piel ha empezado a afinarse. Es lento, pero muy efectivo. Es un “antes y después” que llega sin que nadie sepa cuándo fue.

Radiesse es más directo, formado por hidroxiapatita de calcio. También estimula colágeno, pero además aporta un pequeño  efecto tensor y remodelador desde el primer momento, por lo tanto actúa en 2 fases.

Me gusta mucho para marcar  zonas como la mandíbula, los pómulos o el cuello. Si buscas estructura sutil y firmeza  sin rigidez, Radiesse es una gran opción si quieres un efecto inmediato mientras el colágeno nuevo se va formando para mantener esa estructura..

Karisma es un biorrevitalizante que mejora la calidad y apariencia de la piel. Formado por Colágeno tipo I que trabaja en sinergia con tu piel para estimular la regeneración cutánea, “entregamos a tus células una de las cadenas de colágeno para que la utilicen de soporte y creen fibras de colágeno completas y firmes.

Mejora la elasticidad y firmeza de la piel de una forma gradual y en pocas sesiones. Karisma me gusta porque llega a zonas donde otros inductores no llegan, es apto para tratar zonas móviles del rostro, como esas arruguitas tan molestas del “código de barras” y toda la zona peribucal; así como cuello, escote incluso las manos.

Y luego están los hilos PDO, que son como el andamio invisible de tu piel. No aportan volumen ni modifican rasgos, pero ayudan a tensar, sujetar y mejorar la flacidez ligera o moderada. Me funcionan muy bien en pacientes que no quieren nada invasivo, pero sienten que “algo se ha caído” en ciertas zonas.

A veces usamos uno. A veces combinamos. Lo importante no es el producto, sino entender qué le falta a tu piel y cómo podemos ayudarla a trabajar mejor.

¿Cómo es el tratamiento? ¿Duele? ¿Qué esperar después?

Esta es otra pregunta que me hacen siempre: “Fran, ¿esto duele?, ¿voy a poder salir a la calle después?, ¿se me va a notar?” Y me encanta que lo pregunten, porque los inductores de colágeno con Sculptra, Radiesse e hilos PDO son tratamientos muy llevaderos, pero es importante saber cómo funcionan desde el principio.

Sculptra, Radiesse y Karisma se aplican con cánula o aguja fina, en zonas profundas de la piel. La sesión suele durar entre 20 y 30 minutos, y en general no es doloroso —como mucho, puede haber algo de molestia puntual o sensación de presión.

En algunos casos, puede salir un pequeño hematoma o una leve inflamación, pero nada que no se pueda manejar con un poco de hielo o maquillaje suave.

Con los hilos PDO, el procedimiento es igual de indoloro, colocamos una discreta cantidad de anestesia bajo la piel para hacer el procedimiento confortable. Se introducen hilos reabsorbibles bajo la piel, que actúan como un soporte interno. Hay una sensación de tirantez muy sutil los primeros días, pero luego ni se notan.   

Y lo más interesante: todos estos tratamientos trabajan en silencio. No hay cambios bruscos, ni resultados artificiales. Solo una piel que, con el tiempo, empieza a recordarte cómo era antes de que llegara la flacidez o el descolgamiento.

Yo siempre digo lo mismo: saldrás de la consulta igual que entraste… solo que sabiendo que algo bueno está empezando a pasar.

¿Es para ti este tipo de tratamiento?

Si tienes entre 35 y 60 años, empiezas a notar que tu piel ya no responde igual, que ha perdido firmeza o se ve más apagada… probablemente sí. Pero lo más importante no es la edad, sino lo que buscas.

Los inductores de colágeno están pensados para personas que quieren verse bien sin renunciar a su naturalidad. Que no quieren cambiar su rostro, pero sí recuperar estructura, densidad y calidad en la piel. Que no quieren volumen extra, ni rellenos, ni “efecto Instagram”.

También son una gran opción si ya has hecho otros tratamientos y notas que la piel necesita algo más profundo, más regenerativo. Porque esto no se trata solo de verte bien hoy: se trata de trabajar en la base, en lo que va a sostener tu piel mañana.

Y si es la primera vez que te planteas hacer algo, pero te da respeto, te entiendo. Justo por eso este tipo de tratamiento es tan agradecido: porque no impone, no transforma y no te lleva al típico “uy, te has hecho algo”. Solo vas a notar —y notarás— que tu piel se ve más viva. Que tú te ves más tú.

El mejor efecto no es el que se nota… es el que se siente

Para mí, lo ideal no es que alguien te pregunte “¿qué te has hecho?”, sino que te digan: “Qué bien te veo”. Esa es la diferencia entre un tratamiento que disfraza y uno que realmente mejora.

Con los inductores de colágeno, no buscamos resultados espectaculares ni cambios forzados. Buscamos calidad. Tiempo. Proceso. Y eso se nota, pero de una forma mucho más sutil y elegante. Es la piel volviendo a hacer su trabajo. Es tu rostro, con su historia, con sus gestos, pero con más luz, más firmeza y más salud.

Si estás pensando en hacer algo, pero sin dejar de ser tú… este puede ser un buen primer paso.

Te lo explico cuando quieras, con calma. Sin prisas. Como todo lo que vale la pena.